lunes, 10 de abril de 2017

Daño Oculto / Oscar Todtmann editores







PÓRTICO 
Duele la vida

(...)
Las múltiples voces que acá se levantan, haciendo un trabajo de empatía con diversas situaciones, dan cuerpo textual a la extranjera, la abandonada y la que abandona, al reo, al mutilado, la prostituta, a la hija que pierde al padre, al niño de la calle, a quien errante se siente en el país propio, al que sueña, al amante, a la que pregunta y a la que calla. 


La poeta se asemeja al perspicaz y observador zahorí, al que se le atribuye la facultad de ver lo que está oculto, incluso debajo de la tierra; incluso bajo la tierra socavada del corazón, agrego yo. Y en esta línea del tejer, recuerdo aquí y ahora, que antiguamente un zahorí indicaba dónde podía cavarse un pozo. Y ella, la autora, indudablemente, con un péndulo lo cava.


Desmontadora de oscuridades recónditas del alma, Georgina elige purificar la intención de su escritura abordando sujetos que padecen, pues no quiere domesticar la rabia, sino hurgar núcleos de dolor, aflicción y heridas esenciales, duelos de otros como propios, dándoles visibilidad metafórica: la gota se hace eco si urge la entrega de lo que silente se esconde. Por ello, consciente, acendra miradas con profunda atención al dolor social.  


Georgina Ramírez, poeta zahorí, enciende piras en la mesa del té cuando afirmativa traza oráculos sobre el blanco mantel, para que sean alas en el transitar entre los infaustos días del presente: la nostalgia busca el abrazo pero son ajenos los cuerpos  ∞ las mariposas no deben ser enjauladas ∞ custodio tu piel aún adormecida en el poema  ∞ padre no apagues la luz.


Soy frágil / para los amados, escribe Miyó Vestrini, y Ramírez se aferra a esa fragilidad al explorar sentimientos mutantes, adentrada al lugar más oscuro de lo oculto,  ante la extrañeza de tantas pérdidas sin consuelo, que duelen y nos acompañan para nombrar el pánico y vencerlo, convertida la fragilidad en manta nocturna del trascender poético.

Edda Armas





















Extranjera
 
Soy inmigrante en mi cuerpo

¿dónde el rostro
una mueca quizá,
algún trazo?

Intento extraer los restos

ni siquiera una mano
para asirme al recuerdo
ni un diente para morder la herida

mi silueta
apenas una sombra

un breve instante si te nombro

 
Daño oculto

Me dejo caer en gotas sobre su lengua

Se entrega a pedazos
le devuelvo el gesto

A veces intuye que no soy suya
y me enternece

Los domingos
viene cargando abedules para mi vientre
y un trébol azul que me corre hasta los pies

Me bebo su calma cuando se duerme
le dejo toda la nostalgia en la espalda
me abrazo a sus sueños

entiendo
que aún no es el momento de decirle
que ya me he ido


La parada del colibrí
 
Tengo urgencia de tus labios
salgo a buscarte
en cualquier tormenta

Me bebo los cuerpos
que atraviesan esta nostalgia
las horas se hacen infinitas
en ese reloj no compartido

Me pierdo
en encuentros divergentes
hago de mi entrega
el más infeliz de todos los boleros


Ráfaga
 
Anclo en la vieja herida
la ato a un costado
sus labios cubro con bocas nuevas

desaparece

Pero alguien dice recuerda
 
hago el recorrido vertical por la memoria
y la gota se hace eco
bordeando tu nombre

Sangra

el invierno regresa


Solsticio
 
Silente
te escondes

detrás de mi cuerpo

Alma de niña
juega sin miedo

El viento
se ha ido


Equinoccio
 
No vuelvas
la mirada
sigue siendo tarde
a pesar
de la primavera
















Puntos de sutura
 
Amor sí lo era
Dos cuerpos callados
ya no atentos al roce

De ese bocado primigenio
sólo una promesa queda
la taza de café sobre la mesa
que lejos de tus labios se enfría

en desconcierto
por vez primera
desde tu partida
dejo caer la gota que te nombra


El laberinto de creta
 
El hombre

en un lugar lejano
de su propia memoria

Fantasma de su ayer

¿Dónde quedó tu altura
dónde tus pasos
tu verde arrullando el día?

¿Dónde estás padre?

Aún el espejo
no te encuentra


Retrato en sepia
 
Quizá escriba un poema que no lleve tu nombre
despojado de vacío y ausencia
que no tenga tu aroma extraviando recuerdos

trascenderá tu cielo
superará tu altura
no tendrá el azul de tu mirada
la línea perfecta de tus labios

escribiré un poema donde no hable de ti
donde no te describa sobre mi cuerpo en fuego
derritiéndome
donde no evidencie que sin ti,
la felicidad es una circunstancia

no estará lleno de memorias y destinos
será escrito desde esa parte de mí que ya no habitas

Cuando llegue la hora de olvidarte


Noviembre cuarto
 
Hoy ha muerto mi padre

sólo el movimiento de mis labios
recuerda tierra

me hago nube

en casa pequeñas islas
naufragamos en intemperie

su aliento menguó
entre mis brazos
fragmentando el suelo

cerrando mis ojos con él


Intemperie
 
Él le regala su último adiós
La despide con la mirada envejecida
como quien ha visto tanto amanecer a su lado
que conoce todas las noches de su cuerpo

Ella le sujeta el alma
la anuda con palabras que ya no dicen
que son sólo errancia
Promete otra noche
una última noche estragada que no sepa de mañanas
que estalle en el temblor de las carnes

Hay recuerdos que no saben despedirse



  



La herida esencial
 
Me hace un inventario
lo tienes todo –dice–
mientras enumera
virtudes títulos posesiones y afectos

¿Sabe acaso mi madre
que nada tengo
si la pierdo?



Plegaria
 
Dónde los deditos de tus manos
niño triste
tarareando una canción
racimos púrpura
los gestos de tus brazos

La noche
engulle la miseria que desgarra tu día

Tañes tu sonrisa
a la tierra
que te arrulla
amamanta tu insomnio

Duerme niño
en tu cama de cemento
refúgiate del frío
que sirvan para algo
los periódicos de mi país


Reo número 329727
 
Reposa el hombre a la espera
marioneta de su destino

sólo un suelo pestilente cobija el sueño

Piensa en la madre
su sexo en venta para el sustento
y ese afán de protegerlo de las calles
obligado resguardo del desamparo

Mil cruces no bastaron para bendecirlo

Entrar descalzo al calabozo –ordenan–
en este inframundo
un par de trenzas pueden zanjar la vida

Qué entienden los zapatos de libertad


En el semáforo
 
Ellos te miran
esconden sus miedos
lavados al sol
 
la armadura de cristal
separa su hambre
de tu duda
 
Inevitable la luz verde














otpoesía
Poesía Oscar Todtmann editores
Cuarto libro
Daño oculto
Georgina Ramírez
Poemas
Oscar Todtmann Editores
Coordinación Editorial: Luna Benítez
Diseño: Carsten Todtmann y
Pascual Estrada
© de esta edición OT Editores, C. A.
© Georgina Ramírez
ISBN: 978-980-407-XXX
Depósito Legal: lf25320148002XXX
Impresos Minipres
Caracas, Venezuela 2015
Los libros de OT editores también están
disponibles en Kindle y Amazon

2 comentarios:

Harrison dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Romand Letours dijo...

Sorprendente y magnífico trabajo, Georgina. Es un placer leerte y seguirte. ¡Gracias!
Mi blog tiene poco tiempo. He empezado a escribirlo hace poco, pero espero que te guste .
Un fuerte abrazo desde España. Seguimos en contacto.